El primer día de clases
Ya estamos en el mes de marzo. Los niños están entusiasmados
de retornar a las aulas después de dos años de hacerlo virtualmente.
De todos los niños había uno, el más pequeño, el más
travieso. En ese tiempo él estaba en tercer grado. Las maestras que lo conocían
lo esperaban con mucha ternura. Pero todos los niños llegaban acompañados de
sus padres, alegres de volver. Pero él, el niño pequeño no llegaba.
Comenzó la formación, tocó el turno de escuchar las palabras
de la directora. Todos aplaudieron entusiasmados.
Por fin llegó el momento de ingresar a las aulas. Las
maestras estaban felices de recibir a los niños. Estaban prohibidos los abrazos
porque se debía guardar las precauciones del caso. Solo se podían ver los
ojitos iluminados de todos por la emoción del regreso a clases.
Se prepararon sorpresas para todos los niños.
Dentro del aula de sexto grado, dónde debía estar el niño
pequeño al que esperaban y recordaban, el maestro empezó a llamar lista.
Llegó el turno de mencionar a "Rafito" le decían
así de cariño. De pronto se paró un niño muy alto de ojitos negros brillantes
que dijo a viva voz "presente mi querido maestro". El profesor no
podía creer lo grande que estaba Rafael, a él lo habían visto pequeño y era
recordado por las travesuras que hacía en el colegio, y las veces que se
escapaba del salón, lo elocuente que era
porque nadie le ganaba exponiendo en público. Sus compañeros tampoco podían
creerlo. Lo habían confundido con un compañero nuevo. Rafito solo atino a sonreír y aunque no se le
veía la carita, sus ojitos llenos de brillo así lo demostraron. Él también
estaba feliz de volver a su colegio, poder ver nuevamente a sus compañeros y a
su profesor. Todos le tenían cariño. Así llenos de entusiasmo comenzó el primer
día de clases.